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sábado, 17 de julio de 2010

Esas pupilas tuyas

Como no estás, te invoco
Iluminando el proscenio de mis recuerdos: tus ojos
El brillo de tus pupilas, entre un sueño y otro

Descubrí la calidez en un par de pupilas que para cuando se consiguieron con mi piel, ya habían recorrido varias pieles... Sin embargo, la maravilla que las invadió fue tan auténtica, que las hizo irradiar diversos colores que abrazaban y acariciaban, entonces ya no sube donde acababa la magia y comenzaba la lujuria.

Desgastados los gemidos, la calidez continuaba.
Me enamoré de la capacidad de renovación que tenía esa mirada cansada. Su cuerpo alimentó mi cuerpo, pero fueron sus ojos lo que me daban vida... me veían entre las sábanas sumergidos en el silencio de quienes saben que no tienen nada que decir, porque lo que digan no les servirá de nada, y a pesar de esto, ignoran el incoveniente y se entregan a la esperanza, aguardando a que algo suceda, deseando aceptación y complacencia.

Pese al recorrido, guardaban inocencia y no salía de mí sospresa. Los momentos fueron pocos, fueron breves pero fueron ciertos, en tus pupilas he visto la misma luz que se ve cuando un niño juega ¿jugabas conmigo? No, jugabas con la vida. Hacías malabarismos con las circunstacias.

¿A dónde irán tus pupilas mías?
Reparten su existencia entre mis recuerdos y tus destellos. No las pierdas, alimenta el brillo y los colores, si llegasen a desaparecer entonces perdería parte de lo que soy, porque somos lo que decimos y recordamos... y yo digo y recuerdo esas pupilas tuyas.

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