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miércoles, 30 de abril de 2008

Una tarde...

Camino por las calles del silencio, escuchando sin embargo, algunos susurros y pasos; camino pensando que soy yo quien los inventa y de esta forma justifico el hecho de que me sigan a todas partes. Sueño con un bebe que llora y me muerde, luego muere. Yo lo beso para revivirlo con mi aliento, él despierta pero ahora es otro. ¿Otro qué? Otro diferente al que era antes, se convirtió en demonio, lo dejo porque me asusta.

Continúo mi caminata y las calles se extienden, las vírgenes me saludan y los angelitos se esconden. Yo me identifico con ellos porque los veo en silencio, rodeados de gente que no conocen, inmersos en su mundo sosteniendo su propia atmósfera, entristecidos y enriquecidos por el tiempo. Son dolientes aunque es probable que alguna vez hayan sido dolor.

Mi visita termina, despidiéndome de una virgen blanca, (no canela ni rosada sino blanca blanca) que no quiso saludarme, prefirió continuar sumergida en ese encierro que la rodeaba. Ella y yo somos iguales, sólo que yo camino por las calles. Ya de tanto pensarla comienzo a sentirla y mejor me despido rápido, hoy quise saludarla pero ahora ya no quiero verla. Los vivos a sus camas y los muertos a sus tumbas.

domingo, 20 de abril de 2008

Para los enamorados del amor...

Esos que pasan horas viendo la luna y esperando que esta les hable
Esos que al escuchar una canción bailan en sus mentes con esa persona que no los acompaña pero a quien extrañan profundamente
Esos que almacenan recuerdos en cajitas de zapatos sólo para recordar con evidencias los destellos de ternura de los que algún día disfrutaron
Esos que miran de ladito sonriendo como tontos, los que construyen frases románticas que a ellos mismos sorprenden, los que aprovechan el tráfico para inventar los apodos más extraordinarios, los que se desvelan con una sonrisa o una mirada en sus mentes, los que no piensan ni escuchan… sólo sienten


Todos ellos y muchos otros son los enamorados del amor y a ellos me gustaría decirle que están irreversiblemente jodidos, que en su vida nunca encontraran pausa, su corazón trabajará más de lo debido, su cuerpo disfrutará más de lo acordado. Serán víctimas y victimarios. Lucharán de por vida con el tiempo y al final se descubrirán perdidos. Sin descanso ni retorno los enamorados del amor somos todos.

sábado, 19 de abril de 2008

trans - figura


En aquella selva, continuamente invadida por el ruido de las bestias, de las aguas, de la brisa, sólo se escuchaba esta vez el llanto de un hombre que se acurrucaba en el tallo de un árbol a llorar por su víctima. Él era un cazador y entre sus brazos sostenía una culebra muerta por una de las balas de su escopeta.

— ¡Hombre no llora por culebra! — grita de lejos un colega que pasa aplastando el monte con sus botas.

Él para sí mismo, responde: — No era culebra, era una doncella. La más bella y dulce que jamás veré. Lloro porque hecha mujer quiso cautivarme; mas yo no quise creer… y mi duda engendró su veneno y en víbora la convertí. Luego… obedeciendo las reglas del mundo en que vivo, como víbora la maté ¡Pero no era culebra! …era un alma bella y noble disfrazada de mujer.

En efecto, la piel áspera de la víbora, comenzó a tersarse hasta quedar radiante y sedosa… también brotó de su cabeza una larga cabellera, y de su cuerpo un par de senos, muslos y caderas.

El hombre sostuvo por mucho tiempo entre sus brazos el cadáver de la verdadera belleza. Sus lágrimas no bastaron para despertarla. La sangre corrió por todos los caminos de aquella selva y el cielo soltó una tormenta que sirvió para esparcir sangre y lágrimas por todos los rincones… Así, de alguna forma él permaneció siempre junto
a ella, y a veces, se les ve caminando por la selva.