Huía, entre matorrales y malezas, corría muy fuerte, sin control sobre mis piernas, me perseguía una criatura horrible, gigantesca, tosca y agresiva.
El aire se agotaba, sentía que mis pulmones abandonaban el cuerpo pero no podía determe a pensar en ello; El terror que me generaba poder morir entre las mandíbulas del aquel ogro continuaba impulsándome hacia adelante, pese a las espinas de los matorrales que se enterraban en mi cara y en mi brazos, pese a las mordeduras que las vívoras hacían en mis pies y en mis piernas, no podía pensar en más nada; lo único que deseaba era no entregarle mi vida a esa espantoza critura.
De pronto, una cueva, en la que me escondo inmediatamente y ya dentro de ella, veo al monstruo seguir de largo. Pienso: Me he salvado. Volteo. Frente a mí, una mesa servida, en ella, chocalate humeante que huele a naranja y canela. Respiro y me siento, tomo la taza para probar el chocolate... En el fondo de la cueva, aparece una nueva bestia, más grande, más espeluznante, con ojos rojos y dientes cundidos de sangre, me saluda con ironía mientras ordena una colección de calaveras y el viento cierra de golpe la puerta!
viernes, 30 de julio de 2010
sábado, 17 de julio de 2010
Sobre tristezas...
Las grandes tristezas se guardan en el pecho tan profundo tan profundo que te olvidas de ellas, pero siempre viene alguien a mover la tierra. Y entonces se desvorda un mar gigantesco colmado de pena, de impotencia, de rabia, de explicaciones inconclusas y renacen los deseos no resueltos y se instala el cansancio que deja la amargura.
Exhausto, el pecho vuelve a cubrirse a sí mismo y ahí queda la tristeza, negada a diluirse, prefiriendo enterrar sus raices en un hueco antes de permitirle al tiempo que la desaparezca.
Exhausto, el pecho vuelve a cubrirse a sí mismo y ahí queda la tristeza, negada a diluirse, prefiriendo enterrar sus raices en un hueco antes de permitirle al tiempo que la desaparezca.
Esas pupilas tuyas
Como no estás, te invoco
Iluminando el proscenio de mis recuerdos: tus ojos
El brillo de tus pupilas, entre un sueño y otro
Descubrí la calidez en un par de pupilas que para cuando se consiguieron con mi piel, ya habían recorrido varias pieles... Sin embargo, la maravilla que las invadió fue tan auténtica, que las hizo irradiar diversos colores que abrazaban y acariciaban, entonces ya no sube donde acababa la magia y comenzaba la lujuria.
Desgastados los gemidos, la calidez continuaba. Me enamoré de la capacidad de renovación que tenía esa mirada cansada. Su cuerpo alimentó mi cuerpo, pero fueron sus ojos lo que me daban vida... me veían entre las sábanas sumergidos en el silencio de quienes saben que no tienen nada que decir, porque lo que digan no les servirá de nada, y a pesar de esto, ignoran el incoveniente y se entregan a la esperanza, aguardando a que algo suceda, deseando aceptación y complacencia.
Pese al recorrido, guardaban inocencia y no salía de mí sospresa. Los momentos fueron pocos, fueron breves pero fueron ciertos, en tus pupilas he visto la misma luz que se ve cuando un niño juega ¿jugabas conmigo? No, jugabas con la vida. Hacías malabarismos con las circunstacias.
¿A dónde irán tus pupilas mías? Reparten su existencia entre mis recuerdos y tus destellos. No las pierdas, alimenta el brillo y los colores, si llegasen a desaparecer entonces perdería parte de lo que soy, porque somos lo que decimos y recordamos... y yo digo y recuerdo esas pupilas tuyas.
Iluminando el proscenio de mis recuerdos: tus ojos
El brillo de tus pupilas, entre un sueño y otro
Descubrí la calidez en un par de pupilas que para cuando se consiguieron con mi piel, ya habían recorrido varias pieles... Sin embargo, la maravilla que las invadió fue tan auténtica, que las hizo irradiar diversos colores que abrazaban y acariciaban, entonces ya no sube donde acababa la magia y comenzaba la lujuria.
Desgastados los gemidos, la calidez continuaba. Me enamoré de la capacidad de renovación que tenía esa mirada cansada. Su cuerpo alimentó mi cuerpo, pero fueron sus ojos lo que me daban vida... me veían entre las sábanas sumergidos en el silencio de quienes saben que no tienen nada que decir, porque lo que digan no les servirá de nada, y a pesar de esto, ignoran el incoveniente y se entregan a la esperanza, aguardando a que algo suceda, deseando aceptación y complacencia.
Pese al recorrido, guardaban inocencia y no salía de mí sospresa. Los momentos fueron pocos, fueron breves pero fueron ciertos, en tus pupilas he visto la misma luz que se ve cuando un niño juega ¿jugabas conmigo? No, jugabas con la vida. Hacías malabarismos con las circunstacias.
¿A dónde irán tus pupilas mías? Reparten su existencia entre mis recuerdos y tus destellos. No las pierdas, alimenta el brillo y los colores, si llegasen a desaparecer entonces perdería parte de lo que soy, porque somos lo que decimos y recordamos... y yo digo y recuerdo esas pupilas tuyas.
Ajena
Extensa distacia, desde mi piel a mi alma, desde mi voz a mi escencia, desde mis actos actos a mis creencias. Una muerte silenciosa y modesta que ni mata ni se aleja. Una muerte silenciosa e indolora que sólo hiere a punta de indiferencia. Una muerte que clava puñales helados en mi espalda... La nada, el vacío y de nuevo la nada... se acrecienta la distancia. De un lado mi cuerpo, en el centro una planicie árida, del otro lado: la escencia, los sueños, la música, un escudo y mi espada.
Como el vuelo de una mariposa
Signado por la brevedad y el encanto, lleno de energía y de inquietud.
Va y viene, de un punto al otro, desde tu piel a mi piel, desde mi lengua hasta tu cuerpo. Hace brotar el olor del amor, que no es otra cosa que nuestros sudores juntos y completamente revueltos. Como el vuelo de una mariposa, cuyas alas, una y otra vez, una y otra vez y de nuevo, por una vez ùltima revolotean hasta morir, llenas de vida, de encanto y de placer. Así es.
Va y viene, de un punto al otro, desde tu piel a mi piel, desde mi lengua hasta tu cuerpo. Hace brotar el olor del amor, que no es otra cosa que nuestros sudores juntos y completamente revueltos. Como el vuelo de una mariposa, cuyas alas, una y otra vez, una y otra vez y de nuevo, por una vez ùltima revolotean hasta morir, llenas de vida, de encanto y de placer. Así es.
jueves, 8 de julio de 2010
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