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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Confesión

Soñé que mi cuerpo se desvanecía entre los muros de un antiguo templo. Todas mis verdades esparcidas entre partículas

Lo que no puedo contarle a un desconocido, se lo contaré a varios. A todos, a cualquiera y a nadie.

He venido a confesarme.

Confienso, ante usted que no es nadie y ante el Todo peremne; Que en mí ni la maldad ni la bondad reinan, viven en democracias conjuntas, subsiste una gracias a la otra.

Confieso, que así como contemplo el caer de una hoja con sumo detalle y preocupaciòn
preguntándome ¿dónde caerá, qué será de ella, qué será de ese árbol que ha tenido de despedirla y cuántas hojas amigas extrañarán a la pequeña hojuela decadente, huérfana y moribumda? también puedo guardar mi alma debajo del mismo árbol y mucho más abajo anclar mis pensamientos hasta callarlos y desaparecerlos, mientras el mundo pasa, mientras la vida sigue, mientras el llanto riega las plantas... yo puedo ignorar cualquier llaga, cualquier suceso, para centrarme en tu corazón y en mis sueños, en los colores de mis sueños, en la música de mis sueños...

Confieso amar el silencio de las catedrales, confieso urgirme en ellas de vez en cuando... confieso mis deseos laberínticos, famélicos, fugases... confieso mi locura y mi timidez.

Soy, lo que imaginas y lo que no. Soy lo que invento y lo que debo ser. Soy obediente al destino y sucumbo ante el tiempo. Soy, sigo siendo, aunque me confiese para descansar el peso.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Ocultos entre pupilas

Me miras con miedo
Me miras, y te viste otro cuerpo
Me miras, y tus labios tiemblan
Temen que tu boca revele el nombre de tus sueños
Me miras...
En silencio
Contemplativo, con ternura y culpa,
me hablas del paisaje, del tráfico, de las noticias...
Mientras, las tormentas que llevamos dentro se revelan
y yo me callo intentando detenerlas
Pero claro, ellas me ignoran y continúan, como el día,
como las aves y las olas, como tus ojos y los mios,
como las traiciones y mentiras, como las caricias y la belleza
Como la vida, que a pesar del miedo, el decoro, el rubor o las ficciones, continúa y guarda siempre siempre sonrisas.