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jueves, 28 de febrero de 2008


La soledad es un lugar vacío y silencioso sin calor ni frío, sin brillo ni oscuridad;
donde a veces nos descubrimos y no sabemos realmente cómo ni cuándo ni por qué llegamos ahí. Pero ahí estamos… y sólo entendemos que estamos solos, solos solos. Entonces ese lugar se instala dentro y no se va nunca...
Nos hacemos solitarios.

martes, 26 de febrero de 2008

Pepita


Pepita repetía una palabra, la repetía, la repetía, la repetía y la repetía. La repitió por mucho tiempo, hasta que todos creyeron que no existían más palabras, por ello la usaban para designar los alimentos, las calles, los sentidos, las ideas; la usaban en susurro, en conversaciones sin sentido, en discursos solemnes, la usaba el maestro, el padre, el niño, el viejo, la usaban todos.


Un día alguien descubrió un diccionario
y comprendió que cada cosa tenía un nombre distinto, entonces quiso compartir su hallazgo con el mundo, pero ya el mundo estaba muy cómodo con su sola palabra como para hacerle caso al maniático de los nuevos términos…

Entonces, indignado, cogió su libro y borró de él esa sola palabra que todos repetían gracias a Pepita.
La palabra era paradigma.

Transparencia

He creído. Con temor y dulzura he creído posible aquello que nadie cree, aquello que incluso yo misma señalo inverosímil.

He amado.
Con sudor y ternura he amalgamado el alma al cuerpo para entregarlo con devoción, sin remordimiento.

He dudado. Cuando las sonrisas se exceden y la mentira vulgar se asoma por los hilos de las costuras, he sentido aletazos de incertidumbre.

He llorado.
Luego de haber creído, amado y dudado, he descubierto la sal; contraria a la del mar que sabe a libertad, ésta sabe a cárcel.

sábado, 23 de febrero de 2008

Resplandor


Esa noche solitaria, el hada majestuosa se coló por la ventana, junto a ella la brisa y el común aroma de las noches de luna llena se instalaron en la habitación. Entretanto, él desde su cama y gracias a la luz que irradiaba la luna, sólo veía la silueta de los pechos desnudos y las caderas seductoras de la excitatriz hada. Su próximo parpadeo, sumamente prolongado, contrastaba con la velocidad con la que su cuerpo comenzó a necesitar de manera absoluta e inmediata la preciosa silueta que frente a él se posaba.


El hada, traviesa como todas, clavó en él su mirada radiante, celosa robó a la luna la poca luz que disfrutaba, y así convirtiose en lo único resplandeciente de aquel momento.
Sin ganas de resistirse e inmerso en el encanto del hada, entregó él toda su esencia… Entonces su prolongado parpadeo terminó y la hermosa excitatriz, hada o no, ya no estaba.

Nectar...

Te acercas ofreciéndome el néctar que brota de las palmas de tus manos.
Me dices que proviene de tu corazón.
Entonces lo bebo ciega de devoción por ti, amándote con la vida, entregándome toda, mientras el néctar resbala por mi garganta, roza mis labios, toca mi alma.

viernes, 8 de febrero de 2008

Silencio

Quisiera creer que tu silencio, tan punzante y doloroso, no es más que la viva muestra de tu miedo, tan intenso y constante como el mío.


Ambos sentados en el mismo banco.
Sedientos uno del otro, apenas se atreven a mirarse.


Y en esas miradas intercambian deseos, caricias, besos…
sin embargo los labios no se abren, y el silencio permanece.


Entonces cae la tarde y las sombras surgen… así que parten cada uno en dirección opuesta, a encontrarse quién sabe cuándo, quién sabe dónde.


Pero definitivamente a encontrarse, pues el deseo conducirá sus vidas a un próximo encuentro. Aunque posiblemente también esta vez se ahoguen en el silencio.

Al líquido de las Copas


Me gusta buscarte y encontrar eso que tienes que decirme.
De pronto te encuentro y te conviertes en un laberinto, en un mágico laberinto donde mi cuerpo inconciente se mueve al compás de una melodiosa danza.

Sutilmente me posees, y destruyes cualquier vestigio del tiempo que pueda devolverme. Atravieso así el portal que tú has creado para que los ávidos entren, sin pensar en el retorno.

.No existe en ti piedad ni maldad alguna, te muestras como el océano, pasivamente majestuoso. Entonces soy tuya, no quiero dejarte.

(img: Crucificción_peyote_Flickr)

miniscula


Ahora la nada me absorbe,
me pisotea,
trapea conmigo los suelos de la vida.

Yo voy empequeñeciendo cada vez más,
me hago burusas;
siento que comienzo a desintegrarme…

Entonces la nada se vuelve puño y yo la cara del imbécill que lo recibe.
Termino por fin como diente sacado de un solo trancazo: en el suelo, olvidado, untado de sangre ajena y sin poder hacer algo.