He creído. Con temor y dulzura he creído posible aquello que nadie cree, aquello que incluso yo misma señalo inverosímil.
He amado. Con sudor y ternura he amalgamado el alma al cuerpo para entregarlo con devoción, sin remordimiento.
He dudado. Cuando las sonrisas se exceden y la mentira vulgar se asoma por los hilos de las costuras, he sentido aletazos de incertidumbre.
He llorado. Luego de haber creído, amado y dudado, he descubierto la sal; contraria a la del mar que sabe a libertad, ésta sabe a cárcel.
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