Ahora la nada me absorbe,
me pisotea,
trapea conmigo los suelos de la vida.
Yo voy empequeñeciendo cada vez más,
me hago burusas;
siento que comienzo a desintegrarme…
Entonces la nada se vuelve puño y yo la cara del imbécill que lo recibe.
Termino por fin como diente sacado de un solo trancazo: en el suelo, olvidado, untado de sangre ajena y sin poder hacer algo.
me pisotea,
trapea conmigo los suelos de la vida.
Yo voy empequeñeciendo cada vez más,
me hago burusas;
siento que comienzo a desintegrarme…
Entonces la nada se vuelve puño y yo la cara del imbécill que lo recibe.
Termino por fin como diente sacado de un solo trancazo: en el suelo, olvidado, untado de sangre ajena y sin poder hacer algo.
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