No digamos nada... observemos en silencio nuestras miradas al callar; Si entonces, nuestras pupilas llegaran a encontrarse, no debes preocuparte, tu abrazo diluirá las angustias e inicirá otras cosas... Si en cambio, ni siquiera conseguimos escucharnos y no sientes a mis duendes pequizcandote y no te urge mi sonrisa ni te intriga mi humedad... será mejor no decir nada; nada de nada. Demos vuelta y continuemos en direcciones opuestas. No perdamos el tiempo.
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